lunes, 9 de mayo de 2011

ENSAYO: SINDICALISMO EN COLOMBIA, PROFESIÓN PELIGRO.



SINDICALISMO EN COLOMBIA, PROFESIÓN PELIGRO.


                                                                “Y llegará ese olvido y será como un monstruo que todo lo arrasa, y  tampoco de tu nombre
                                                                  tendrán  memoria. Yo sé que tu muerte será inútil, y  que tu heroísmo se agregará a todas las
                                                                  Ausencias”[1].
                                                  Manuel Mejía Vallejo.


El sindicalismo es un movimiento social principalmente obrerista de defensa económica y de clase, iniciado como reacción contra el sistema individualista que significaba para el obrero una situación de aislamiento y de indefensión frente al empleador. Esta situación daba lugar a jornadas injustas y salarios excesivamente bajos y caracterizados por la ausencia de todo espíritu de protección social, de esta manera se imposibilitaba la solución armónica de los problemas de la producción.


“La historia sindical, comenzó con la revolución industrial y la democracia moderna, cuando la esclavitud comenzó a ser abolida legalmente y el trabajo asalariado a generalizarse. A menudo se pone como precedente la Revolución francesa, que provocó la quiebra del sistema feudal y el reconocimiento por primera vez de ciertos derechos de la clase obrera”[2].

Este movimiento de reacción originó la constitución de los primeros sindicatos como órganos de autodefensa que  hubo de ser  clandestinos, ya que en algunos países su ejercicio era penalizado. Después de la aparición de la gran industria, la aglomeración de los obreros en los centros urbanos y las protestas a veces violentas de la clase obrera, determinaron un cambio de criterio en los legisladores de los diferentes países, fue así como se dio el reconocimiento y encausamiento del movimiento sindical; se estableció el derecho de coalición y el de asociación obrera.  Los obreros se agruparon en sindicatos de clase, buscando la defensa y el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo, ejerciendo de esta manera algún tipo de presión sobre sus empleadores.

Es por eso, que históricamente, los diferentes modelos y organizaciones laborales han traído consigo malestares entre la fuerza productiva, ya que sus fines están enfocados a la masificación de los productos que a la mejora de los trabajadores, haciendo que más que abolirse, la esclavitud se redujera a una jornada laboral.

Después de esto, los sindicatos fueron evolucionando. En varios países se dio la llamada etapa de tolerancia en donde se admitían agrupaciones de los trabajadores sin que estos influyeran en las leyes dictadas por el Estado. Dicha etapa fue sucedida por el derecho sindical a finales del siglo XIX. “El primer país que reconoció el derecho a la unión sindical fue Inglaterra, en 1824. El cual le otorgaba legalidad a estos grupos”[3].

La historia del sindicalismo en Colombia, data desde el mismo momento en que empezaron a formarse las primeras fábricas y empresas en el país. Sin embargo, hablar de sindicalismo propiamente dicho, nos remonta a comienzos de los años 1918 – 1920 cuando se empiezan a formar las primeras organizaciones sociales de los trabajadores.

Los acontecimientos laborales, originan varias etapas del sindicalismo que han marcado hondas y profundas huellas históricas, como antecedentes en la lucha de los actuales trabajadores sin distingo de color político, social o cultural. Son ellos, quienes por medio  de sus análisis, reflexiones y práctica cotidiana, han construido el devenir laboral y la conquista de sus derechos, que son defendidos a través de una permanente lucha de clases. Pues están convencidos que la única forma de adquirir y defender estos derechos es por medio del sindicalismo. Esta convicción origina que sean los más perseguidos y exterminados por parte de empresarios, Estado y actores armados.

El propósito de este ensayo es mostrar cómo las empresas y el Estado son los mayores violadores de los derechos humanos del trabajador colombiano, principalmente el del ejercicio sindical, al ser este considerado como una amenaza para la seguridad del Estado y quienes la ejercen se han constituido sistemáticamente en blanco de los servicios de inteligencia o en víctimas de diversas formas de agresión. “Esto condujo a que se convirtiera en enemigos potenciales o reales a quienes sólo pretendían oponerse por medios pacíficos”[4]. Lo que nos revela una cultura antisindical profundamente arraigada en la sociedad colombiana.

La Escuela Nacional Sindical, en un análisis realizado sobre la violencia sindical en Colombia, durante el período 1986 – 2006 advierte que no se trata de una violencia difusa e indiscriminada. En la  historia reciente del país, trabajadoras y trabajadores sindicalizados han sido víctimas de violaciones sistemáticas, permanentes y selectivas de sus derechos. Donde, la ocurrencia de homicidios contra sindicalistas esta directamente vinculada a la existencia y el desarrollo de conflictos laborales, en medio de los cuales la violencia funge como eficaz reguladora. Esta violencia  “representa un conjunto de acciones deliberadas, estratégicas y sistemáticas orientado a debilitar o desterrar el ejercicio de reivindicación sindical y defensa de los derechos laborales”[5].

De acuerdo con la información recopilada por la Escuela Nacional Sindical, frente a la dimensión de la violencia que enfrentan los sindicalistas, se puede establecer que la historia del sindicalismo en Colombia, es también la historia de una violencia selectiva, de dolor, resistencia y balas que se teje en el país. De igual manera  en la que  empresarios y Estado aprendieron a diseñar estrategias para aniquilarlos. Más de la mitad de los asesinatos contra sindicalistas en el mundo ocurre en Colombia; esto nos muestra una cultura antisindical que cataloga al sindicalismo colombiano como connatural a la insurgencia y como un estorbo para el progreso económico de las empresas y del país. Para el caso especifico de los homicidios, “Colombia ha tenido una participación que oscila entre el 57% y el 88% en el total de asesinatos contra sindicalistas ocurridos en todo el orbe, datos que ubican al país en la deshonrosa posición de ser el lugar más peligroso del mundo para la actividad sindical”[6]

La situación anterior se presenta, porque el sindicalismo colombiano es considerado como una potencial amenaza, que ha permanecido asociada a los grupos guerrilleros. El gobierno busca destruir estos vínculos  que la guerrilla tiene con la población civil organizada y no organizada. El concepto que se tiene en el sector oficial es que las organizaciones sindicales son encargadas por las guerrillas para desatar la guerra política; con el propósito  de garantizarles a éstas un mayor espacio militar, político y social.

Esto permite al gobierno, crear una política de seguridad democrática, para atacar y perseguir a las organizaciones sindicales. Según estudios de la escuela Nacional Sindical, durante este período (1986-2006) se han cometido al menos 9310 violaciones a la vida, libertad e integridad de trabajadores y trabajadoras sindicalistas colombianos. Lo que “pone de manifiesto la grave situación humanitaria de los trabajadores colombianos, que han luchado en medio del establecimiento de una práctica de violaciones sistemáticas, permanentes y selectivas de los derechos humanos de los trabajadores colombianos, en un contexto general de impunidad que corrobora la fragilidad de nuestra democracia”[7


Desde la fundación de la Central Unitaria de Trabajadores CUT en 1986, han sido asesinadas 2743 personas sindicalizadas. Por más de 15 años, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, han instado al Estado colombiano a que garantice el ejercicio sindical y que se supere la situación de impunidad imperante en las violaciones graves de los derechos humanos contra el movimiento sindical.

“La Escuela Nacional Sindical, preocupada por la difícil situación en materia de derechos humanos de los trabajadores y trabajadoras sindicalizados, ha venido realizando en los últimos dieciséis años, una labor de investigación, divulgación y denuncia de las violaciones contra la vida, libertad e integridad física de las y los sindicalizados en todo el territorio nacional”[8]. Además, denunciar los prolongados silencios que ha guardado el Estado colombiano, frente a este proceso de violencia que bien puede nombrarse como un genocidio político que permanece en la más absoluta impunidad.

Y aunque Colombia ha incluido en la Constitución política de 1991 instrumentos de protección de los Derechos Humanos y, además, ha  ratificado varios convenios  con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “en el país existen complejas paradojas y agudas contradicciones entre lo que es la norma, lo que es la realidad  y lo que se ejecuta y publica de ella”[9]. Ello evidencia un contexto general de impunidad. Es el gobierno el principal enemigo, y es así que con medidas jurídicas y administrativas busca restringir los derechos de los trabajadores,  promulgando normas como la ley 50 de 1990, la ley 100 de 1993 y la ley 200 de 1995. Así mismo la promulgación de normas como el decreto 222 de 1983, sobre contratación de mano de obra por prestación de servicios.

Todos los sectores sociales organizados han sido declarados objetivo militar por exigir condiciones de vida digna. La lista de víctimas es interminable e incluye dirigentes estudiantiles, campesinos, barriales, de organizaciones de mujeres, de pueblos indígenas, de comunidades afrocolombianas, de organizaciones defensoras de derechos humanos. Siendo “Antioquia el departamento más peligroso para el ejercicio sindical en Colombia, pues de los homicidios cometidos contra trabajadoras y trabajadores sindicalizados en todo el territorio nacional, el 46,9% ha ocurrido en suelo antioqueño”[10]. Ello equivale a 1251 homicidios, cifra que revela con contundencia la difícil situación que han enfrentado las organizaciones sindicales antioqueñas, particularmente en la década del noventa, cuando ocurrieron la mayoría de los casos.

Por actividad económica las violaciones se centran mayoritariamente en el sector agrario (Sintrainagro, Fensuagro, Sintrapalmas) con cerca del 41%;  en el sector extractivo  (USO), con cerca del 5%; en el sector salud, educación y servicios públicos domiciliarios (Fecode, Anthoc,Sintraemcali, Sintraemdes, Aspu, Sintraelecol) con un 45% siendo crítico el sector de la educación; en la justicia (Asonal Judicial y Aseinpec) con cerca del 3%. La impunidad en los casos de la violencia estatal, al no ser judicializadas las personas sindicadas es estructural. Sólo en el 22% de los asesinatos se tiene alguna información sobre la autoría, y en estos casos los paramilitares aparecen como presuntos responsables en el 65%, las guerrillas del 23,4% y la fuerza pública del 8,2%. Durante los ocho años del gobierno Uribe fueron asesinados más de 500 dirigentes sindicales, varios de los cuáles fueron presentados como guerrilleros dados de baja en combate.

El Proyecto “Colombia Nunca Más”[11] documentó  más de 40.000 violaciones graves a los derechos humanos ocurridas entre 1966 y 1998 perpetradas por agentes estatales y por grupos paramilitares. La violencia estatal contra el movimiento social ha permitido la perpetuación de la pobreza. Según el Banco Mundial la inequidad en Colombia es igual a la registrada en 1938 el 64% de la población es pobre (82% rural). Doce mil propietarios poseen el 20% del total de las tierras productivas. “Más de cuatro millones de personas han sido despojadas de sus tierras y obligadas a desplazarse forzadamente. Al menos 15 mil personas han sido desaparecidas forzadamente. Desde 1986 – año de creación de la Central Unitaria de Trabajadores CUT han sido asesinados 2743 sindicalistas. El terror se ha aplicado entonces bajo el manto de la democracia más estable de la región”[12].

Los momentos de mayor violencia física (expresados en asesinatos, atentados), coinciden con la realización de paros, huelgas, negociaciones de pliegos de derechos laborales. La década de los noventa fue el momento en el que se implementaron con mayor vigor las medidas neoliberales (privatizaciones, recorte de derechos sociales, entrada de capital extranjero).

Sin duda, el ataque al movimiento sindical tiene como objetivo debilitar uno de los sectores con mayores niveles de organización y conciencia política, que además ha conseguido niveles importantes de articulación con  otros sectores del movimiento social.  El descenso de asesinatos de los últimos años obedece a varios factores: 1) ya se ha implementado la reforma laboral, (2) las privatizaciones y concesiones han dejado en manos privadas la mayor parte de los sectores estratégicos, (3) la contrarreforma agraria de unas 10 millones de hectáreas permite la explotación de recursos y la realización de los megaproyectos, (4) el proceso de negociación con los grupos paramilitares, requirió mostrar cifras favorables en materia de derechos humanos y (5) la presión de las organizaciones sindicales y los organismos de derechos humanos han denunciado la violencia antisindical, tema que ha sido obstáculo para la firma de tratados de libre comercio (en especial el de USA). No se trata de que haya mejorado el panorama de derechos humanos de los y las trabajadoras, se trata del cambio en la configuración de la violencia estatal. “El movimiento sindical, y especialmente la Central Unitaria de Trabajadores que viene ofrendando el 87% de las víctimas de la violencia antisindical, tiene el compromiso moral de rescatar la memoria y reivindicar los derechos a la verdad, justicia, reparación integral y no revictimización, tanto individual como colectiva y defender de esta manera el derecho a existir en el libre ejercicio de las libertades sindicales y la defensa de los derechos de los trabajadores”[13].

Para concluir,  se demuestra que esta violencia contra el sindicalismo en Colombia, está atravesada de un extremo a otro por el olvido y por la denegación de justicia, La Escuela Nacional Sindical orienta sus investigaciones hacia la reivindicación de la memoria de las víctimas del sindicalismo colombiano que lucharon por un movimiento que se resiste a desaparecer, donde la violencia siempre ha estado presente y donde justicia y derecho han estado en el olvido.

Como reflexión personal, considero que, los sindicalistas colombianos viven en una crisis permanente; sus derechos humanos y laborales son violados constantemente  por los empresarios  y por el Estado. Por eso, la lucha sindical debe ampliarse a espacios democráticos, donde se respete la vida y se le de una salida política al conflicto. Por esta razón, es necesario que el sindicalismo busque que los Estados promulguen leyes y decretos, que garanticen la continuidad de sus conquistas y se de un mejoramiento social y económico de todos los trabajadores. Además, que estos tengan una mayor participación en vigilar y supervisar que los gobiernos sean más justos en sus políticas económicas y sociales.

También, es necesario buscar un reconocimiento social, para que el sindicalismo no sea visto como una organización contraria al Estado, sino como algo inherente a sus políticas de gobierno.










[1] CORREA MONTOYA, Guillermo.2515 o esa siniestra facilidad para olvidar. Cuaderno de derechos humanos Nº 19. Medellín: Escuela Nacional Sindical, 2007. Pág. 91.
[4] CORREA MONTOYA, Guillermo.OP.cit Pág. 11.
[8] CORREA MONTOYA, Guillermo.OP.cit. Pág. 15
[9] CORREA MONTOYA, Guillermo.OP.cit. Pág. 16.
[10] Herrera Arenas, Elver. Violencia antisindical en Colombia “evoluciones y paradojas” [en línea] En: Agora .CURVAS.CDR. Medellín, Colombia v8 N° 41 p. 147-160. Enero-Junio 2008 ISSN1657-8031.(fecha de consulta, Febrero 20).

sábado, 30 de abril de 2011

En Colombia son asesinados el 60% de los sindicalistas asesinados en el mundo


En Colombia son asesinados el 60% de los sindicalistas asesinados en el mundo, por una violencia sistemática del Estado colombiano.
Departamento de Derechos Humanos de la CUT
23-01-2011


“ en Colombia se cometen el 60% de los asesinatos de sindicalistas que se presentan en todo el mundo (…) una violencia histórica, estructural, sistemática y selectiva que se convirtió en pauta de comportamiento del Estado colombiano: esta violencia deja por lo menos desde 1986, 2.778 sindicalistas asesinados, 196 desapariciones forzadas y más de 11.096 hechos de violencia, que constituyen un genocidio contra el movimiento sindical colombiano.”
La organización de las víctimas, paso fundamental para poner punto final a las prácticas genocidas

La violencia antisindical se da en medio de la persistencia de la crisis de derechos humanos, la continuidad del conflicto interno, la implementación de la política de “Seguridad Democrática” y la militarización de la sociedad, que muestra fenómenos de reincidencia en el actual momento de victimización de los jóvenes, niños y niñas como en el caso de Arauca por agentes del Estado; la denuncia de la Presidenta del Polo Democrático, Clara López, donde señala que del 7 de agosto al presente, han sido asesinados 50 líderes y defensores de derechos humanos, entre ellos, líderes que reclamaban la restitución de tierras; una nueva escalada de masacres, una diaria ocurrida en la semana del 8 al 12 de noviembre de 2010, lo que arroja como resultado una creciente victimización de la sociedad colombiana demostrando la persistencia de fenómenos como la parapolítica, el apoyo a la violencia por parte de algunos empresarios y multinacionales, los falsos positivos, las interceptaciones ilegales como el reciente y denunciado “Plan Escalera”, del pago ilegal de informantes por parte del DAS, para sustraer información de los sindicatos, la reorganización del paramilitarismo, la sostenida impunidad, la profunda crisis social en el empleo y la salud, empiezan a ser reveladas y no pueden ser ocultadas por el gobierno.

Señalamos que no existen condiciones para la realización de los derechos de las víctimas. En primer lugar, porque como lo anticipábamos desde el movimiento sindical y algunas organizaciones de derechos humanos, fracasó rotundamente el proceso de negociación y reinserción de los grupos paramilitares y su instrumento jurídico la ley de Justicia y Paz, cerrando las posibilidades de reconstrucción de la verdad, justicia y reparación a las víctimas; en segundo lugar, por las profundas limitaciones de un proyecto de Ley de víctimas que hoy inicia su debate a partir del proyecto del gobierno de la “Unidad Nacional” que no consultó a las organizaciones de víctimas, ni a las organizaciones sociales y sindicales victimizadas, y tampoco reconoce a todo el universo de víctimas. El Estado se abroga la facultad de definir quién es víctima y quién no, y que el tema medular para la discusión del gobierno es el costo y la sostenibilidad fiscal, por encima de los derechos de las víctimas; y además, entre otras cosas, el proyecto gubernamental no contiene la reparación colectiva a las organizaciones que hemos venido siendo arrasadas, y el Estado no asume, por acción por omisión, su responsabilidad en el genocidio.

De esta forma, señalamos que el Estado y el gobierno colombiano , en unión con empresarios, multinacionales y sectores de derecha, adelantan acciones para tratar de ocultar el genocidio desarrollando una labor diplomática a nivel internacional con el fin de desconocer que el movimiento sindical continúa siendo victimizado, buscando imponer el olvido a la sistemática violencia antisindical.

Cifras de violaciones

Partimos de señalar que en ningún momento podemos caracterizar que estamos en una situación de posconflicto, por el contrario, nuestros afiliados, que se encuentran en casi todo el territorio nacional, y nuestras organizaciones afiliadas sufrimos altos niveles de violaciones, si revisamos lo ocurrido durante el 2010 39 sindicalistas han sido asesinados , de los cuales, 17 son educadores afiliados a Fecode, persiste que cada día se viola un derecho a la vida, a la libertad e integridad de los sindicalistas , como ha ocurrido durante los últimos 25 años. Entre el 1 de enero y el 30 agosto de 2010, se han dado 275 violaciones. Entre ellas 201 amenazas, 16 atentados, 10 hostigamientos, 5 secuestros, 5 desapariciones, 2 allanamientos ilegales, 1 detención arbitraria y los homicidios mencionados. Estos datos son preliminares para el 2010 y muestran un escenario aterrador y peligroso para quienes deciden abanderar las luchas de miles de trabajadores y trabajadoras.

Este fenómeno es la continuación de una política de exterminio y arrasamiento de las organizaciones sindicales, nuestros encuentros vienen levantando el reclamo a la comunidad nacional e internacional de poner punto final al genocidio contra el movimiento sindical colombiano . En esa lucha hemos logrado que organizaciones sindicales hermanas a nivel internacional, organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos se solidaricen con nuestra situación, e instancias como la OIT, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, parlamentos y gobiernos de la comunidad internacional, reconozcan que en Colombia se comenten el 60% de los asesinatos de sindicalistas que se presentan en todo el mundo. Denuncia que ha significado la no aprobación o ratificación de Tratados de Libre comercio con el gobierno y los empresarios colombianos , como el caso del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos o el grupo EFTA, de los países nórdicos. Frente a nuestro reclamo por genocidio los encuentros de víctimas han dado cuenta que el movimiento sindical colombiano ha padecido una violencia histórica, estructural, sistemática y selectiva que se convirtió en pauta de comportamiento del Estado colombiano .

Esta violencia deja por lo menos desde 1986, 2.778 sindicalistas asesinados , 196 desapariciones forzadas y más de 11.096 hechos de violencia, que constituyen un genocidio contra el movimiento sindical colombiano . Las regiones más victimizadas, en su orden, son Antioquia, Santander, Valle del Cauca, César y Magdalena. Los sindicatos más victimizados, teniendo en cuenta la información entre el 1 de enero de 1986 y el 30 de agosto de 2010: Fecode y los educadores aparecen como la organización más victimizada, con 921 homicidios, le siguen: Sintrainagro con 798; USO, 116; Anthoc, 58; Sintraelecol, 50; Asonal, 47; Sutimac, 38; y, Fensuagro, 37. El análisis de esta información evidenció que la violencia contra el sindicalismo se concentró en 15 sindicatos, es decir, el 78.2% de los homicidios se realizaron contra los integrantes de estas organizaciones, de lo cual es posible deducir que hubo una violencia orientada al exterminio de las organizaciones sindicales más allá del individuo víctima de un homicidio [1].

Este fenómeno tiene hondas raíces históricas, no solamente para el movimiento sindical, sino para muchos sectores sociales, étnicos y políticos que han sufrido una práctica de exterminio masivo. Desde el surgimiento del movimiento sindical en Colombia , la violencia antisindical ha sido una constante y a las organizaciones y sus afiliados se les ha impuesto el rol de víctima por el sólo hecho de ejercer los derechos de asociación y el ejercicio de las libertades sindicales. Podemos mencionar como antecedentes históricos de las respuestas violentas frente a las peticiones de los trabajadores, las luchas y gestas históricas de trabajadores de ferrocarriles, petroleros, navieros y la tristemente recordada lucha de los trabajadores agrícolas y bananeros que lograron sus primeras reivindicaciones a costa del sacrificio de vidas entre sus dirigentes y afiliados.

La impunidad asegura la persistencia del genocidio sindical

Frente a la grave situación de violencia contra el movimiento sindical, las medidas del Estado han sido casi nulas. Sólo hasta mediados del 2007 la Fiscalía y la Judicatura emprendieron alguna clase de medida, impulsada por la presión del movimiento sindical colombiano y mundial, en el marco de las discusiones sobre el Tratado de Libre Comercio que el gobierno de Colombia quería firmar con Estados Unidos.

La intolerable situación de impunidad se mantiene, demostrando que la unidad especial de la fiscalía y los tres jueces encargados de los crímenes contra sindicalistas , no constituyeron una medida seria, adecuada y efectiva para realizar avances. Si en el año 2007 se hablaba de una impunidad del 100%, hoy pese a la denuncia, la presión internacional y los diferentes pronunciamientos del Estado colombiano , la impunidad, para el caso de homicidios es del 96.11% y en otras violaciones, la impunidad está en el 99.84%. Haciendo la precisión que en la mayoría de los casos se determinan sentencias para autores materiales, pero es casi inexistente las sentencias para identificar a los autores intelectuales de las violaciones de las violaciones a los derechos humanos de los sindicalistas . Lo cual manda un mensaje muy negativo del alto grado de impunidad y de permanente revictimización a las víctimas del movimiento sindical, en la medida en que no se desmontan las estructuras generadoras de la violencia antisindical.

El movimiento sindical, y especialmente la Central Unitaria de Trabajadores que viene ofrendando el 87% de las víctimas de la violencia antisindical, tiene el compromiso moral de rescatar la memoria y reivindicar los derechos a la verdad, justicia, reparación integral y no revictimización, tanto individual como colectiva y defender de esta manera el derecho a existir en el libre ejercicio de las libertades sindicales y la defensa de los derechos de los trabajadores.
Nota:
[1] Cuaderno de derechos humanos No. 22. Que os duelan las sangres ignoradas. Informe sobre violaciones a los derechos humanos de los y las sindicalistas y la situación de impunidad, 2009-2010 y 2002-2010. Colombia : ENS y Comisión Colombiana de Juristas, 0ctubre de 2010.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=120921

miércoles, 27 de abril de 2011

Un TLC que beneficiara a los TRABAJADORES


Santos ofrece apoyo y pide respaldo a la CGT

 

Durante su intervención, Santos aseguró que con esta Ley se logrará tener más trabajadores formales con salarios dignos, seguridad social y mejor calidad de vida.
El presidente Juan Manuel Santos inauguró ayer el IX Congreso Nacional de la Confederación General del Trabajo (CGT), ofreciendo protección al movimiento sindical y al trabajo, y pidiendo apoyo a la Ley del Primer Empleo. El mandatario les pidió divulgar los beneficios de la Ley de Primer Empleo, como una política que permitirá mejorar notablemente las condiciones de vida de los trabajadores del país: “Invito muy especialmente a la CGT y a todo el movimiento sindical, a que nos ayuden a promocionar esta ley y a multiplicar sus efectos”.

La contratación de nuevos trabajadores formales y la formalización de los informales, así como el apoyo a sectores vulnerables de la población como los jóvenes, las mujeres, las personas con discapacidad, los desplazados y reinsertados, se facilitarían con esta Ley.

La Ley de primer empleo fue una iniciativa de diversos actores sociales como los sindicatos, las cámaras de comercio y las cajas de compensación familiar, con el objetivo de cerrar las brechas sociales.

Generar más empleo formal representa ampliar la base del movimiento sindical. “Más trabajadores formales significan una mayor base para el movimiento sindical, porque la informalidad no sólo lesiona la economía sino también el sindicalismo”, consideró.

El Primer Mandatario finalmente, reiteró la voluntad permanente de diálogo entre el gobierno y los trabajadores; así como la protección de su vida y de sus libertades y dijo que organizaciones violentas al margen de la ley buscan infiltrarse en los movimientos sindicales y universitarios para buscar la confrontación, como se evidencia en los archivos encontrados en los computadores que las autoridades han decomisado a la guerrilla.

“Generar un diálogo constructivo en el cual todos los planteamientos no tengan que estar de acuerdo pero sí tener la disposición de encontrar las salidas pacíficas”, es el propósito del acercamiento entre el gobierno y los trabajadores.

Historia del Sindicalismo



En Colombia, el primer sindicato aparece en 1847 gracias a la creación de la Sociedad de Artesanos de Bogotá, con el fin de presionar un alza en los impuestos de aduana para que sus productos pudieran competir en igualdad de condiciones con los de otros países. Esta lucha terminó mal, pues sus reclamos se tornaron violentos y se desató una guerra civil que dejó miles de muertos. Después no surgirían agrupaciones sindicalistas hasta después de la Primera Guerra Mundial, momento en el que aparecieron las primeras industrias, y con ellas los nuevos sindicatos, para esta fecha no existían leyes que los protegieran, lo que hizo que sus manifestacionesw no fueran tomadas en cuenta por el Gobierno y sus miembros fueron despedidos o encarcelados. Por todo lo anterior es que al ejercicio sindicalista en el país entre 1918 y 1930 se le denomino el sindicalismo heroico.

http://www.elmundo.com/portal/noticias/nacional/santos_ofrece_apoyo_y_pide_respaldo_a_la_cgt.php

domingo, 10 de abril de 2011

Sensibilizacion Udea. Parodias Musicales

Con estos temas musicales (Parodias de discos populares y muy conocidos como la Felicidad y La banda borracha) miramos con un poco de humor y satira la situación que atraviesa la universidad y como la vivimos los estudiantes de las diferentes facultades. En ellas participa como cantante el Señor Oscar Monsalve y en los arreglos Aldo J. Ocampo.

PARODIA 1 LA FELICIDAD

PARODIA LA BANDA BORRACHA

viernes, 8 de abril de 2011

Asesinado sindicalista defensor del TLC con EE.UU.

Asesinado sindicalista defensor del TLC con EE.UU. .
Viernes, 13 de Agosto de 2010 07:30 Ricardo Cubillos Rodríguezredaccioninternet@elespacio.com.co

A manos de un sicario, fue asesinado en la ciudad de Medellín Luís Germán Restrepo Maldonado, presidente del Sindicato de Empaques, Sintraempaques. La Policía Metropolitanaen la capital antioqueña informó que el dirigente, de 58 años, fue abordado por el asesino en una cafetería ubicada en la carrera 58 con calle 59, zona céntrica de Medellín, quien le disparó en varias oportunidades hasta causarle la muerte.

Luís Germán Restrepo Maldonado fue uno de los sindicalistas que más defendió el Tratado de Libre Comercio ante el Congreso de los Estados Unidos y se recordó que fue condecorado por el entonces presidente Álvaro Uribe, el primero de noviembre de 2009, con motivo de la celebración de los 35 años de Sintraempaques.

El asesinado líder sindical sirvió 40 años al sindicalismo Antioqueño.

Las autoridades judiciales de Medellín aún no han precisado los móviles como tampoco han establecido el paradero de los autores materiales e intelectuales del crimen del sindicalista, que provocó el natural repudio del gremio trabajadores y sindicalistas de esta ciudad.

Sobre el particular y en su cuenta de Twitter, el expresidentes Álvaro Uribe dijo que “mataron al obrero de la fraternidad y un ejemplo de lider. Con él abrimos la puerta para el sindicalismo de participación.

lunes, 21 de marzo de 2011

sábado, 19 de marzo de 2011

Actividad 5 - Informe de lectura - Violencia sindical en Colombia

La historia del sindicalismo en Colombia, data desde el mismo momento en que empezaron a formarse las primeras fábricas y empresas en el país. Sin embargo, hablar de sindicalismo propiamente dicho, nos remonta a comienzos de los años 1918 – 1920 cuando se empiezan a formar las primeras organizaciones sociales de los trabajadores.



Los acontecimientos laborales, originan varias etapas del sindicalismo que han marcado hondas y profundas huellas históricas, como antecedentes en la lucha de los actuales trabajadores sin distingo de color político, social o cultural, quienes por medio de su análisis, reflexiones y práctica cotidiana, han construido el devenir laboral y la conquista de sus derechos, que son defendidos a través de una permanente lucha de clases y convencidos de que la única forma de adquirir y defender estos derechos es por medio del sindicalismo. Esto origina que sean los más perseguidos y exterminados por parte de empresarios, Estado y actores armados.



La Escuela Nacional Sindical (ENS), en un análisis realizado de la violencia sindical en Colombia, durante el periodo 1986 – 2007 advierte que no se trata de una violencia difusa e indiscriminada. Pues en la  historia reciente del país, trabajadoras y trabajadores sindicalizados han sido victimas de violaciones sistemáticas, permanentes y selectivas de sus derechos. Donde, la ocurrencia de homicidios contra sindicalistas esta directamente vinculada a la existencia y el desarrollo de conflictos laborales, en medio de los cuales la violencia funge como eficaz reguladora. Esta violencia  “representa un conjunto de acciones deliberadas, estratégicas y sistemáticas orientado a debilitar o desterrar el ejercicio de reivindicación sindical y defensa de los derechos laborales”[1].

Lo anterior se da, porque el sindicalismo colombiano es considerado como una potencial amenaza, que ha permanecido asociada a los grupos guerrilleros. El gobierno busca destruir estos vínculos  que la guerrilla tiene con la población civil organizada y no organizada, ya que el concepto que se tiene en el sector oficial es que las organizaciones sindicales son encargadas por las guerrillas para desatar la guerra política, con el propósito  de garantizarles a estas un mayor espacio militar, político y social.

En Colombia, la defensa de los derechos humanos, principalmente el ejercicio sindical, han sido consideradas como una amenaza para la seguridad del Estado y quienes las ejercen se han constituido sistemáticamente en blanco de los servicios de inteligencia o en victimas de diversas formas de agresión. “Esto condujo a que se convirtiera en enemigos potenciales o reales a quienes solo pretendían oponerse por medios pacíficos”[2]. Lo que nos revela una cultura antisindical profundamente arraigada en la sociedad colombiana.

Esto permite al gobierno, crear una política de seguridad democrática, para atacar y perseguir a las organizaciones sindicales, porque según la doctrina oficial estas mantienen vínculos diversos con la guerrilla,  Según estudios de la escuela Nacional Sindical, durante este periodo se han cometido al menos 9310 violaciones a la vida, libertad e integridad de trabajadores y trabajadoras sindicalistas colombianos.

Es por eso que la Escuela Nacional Sindical ante la difícil situación en materia de derechos humanos, ha venido realizando en los últimos años una labor de investigación y divulgación de las violaciones en sus diferentes manifestaciones a la que son sometidos los trabajadores sindicalizados en todo el territorio nacional y además, denunciar los prolongados silencios que ha guardado el Estado colombiano frente a este  proceso de violencia que bien puede nombrarse como un genocidio político que permanece en la más absoluta impunidad.

Y aunque Colombia ha incluido en su constitución política de 1991 instrumentos de protección de los derechos humanos, además de haber ratificado varios convenios  con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el país existen complejas paradojas y agudas contradicciones entre lo que es la norma, lo que es la realidad  y lo que se ejecuta y publica de ella, que evidencia un contexto general de impunidad, mostrando una fragilidad de nuestra democracia y la distancia que existe entre el país formal y ese país real donde se violan permanentemente los derechos humanos. Es el gobierno el principal enemigo, y es así que con medidas jurídicas y administrativas busca restringir los derechos de los trabajadores  promulgando normas como la ley 50, la ley 100 de 1993 y la ley 200 de 1995; además de la promulgación de normas como el decreto 222 sobre contratación de mano de obra por prestación de servicios.

De acuerdo a la información recopilada por la Escuela nacional Sindical frente a la dimensión de la violencia que enfrentan estos en el país, nos podemos dar cuenta que la historia del sindicalismo en Colombia, es también la historia de una violencia selectiva que se teje de dolor, resistencia y balas. Donde empresarios y Estado aprendieron a diseñar estrategias para aniquilarlos. Más de la mitad de los asesinatos contra sindicalistas en el mundo ocurre en Colombia; esto nos muestra una cultura anti sindical que cataloga al sindicalismo colombiano como connatural a la insurgencia y como un estorbo para el progreso económico de las empresas y del país. Para el caso especifico de los homicidios, “Colombia ha tenido una participación que oscila entre el 57% y el 88% en el total de asesinatos contra sindicalistas ocurridos en todo el orbe, datos que ubican al país en la deshonrosa posición de ser el lugar más peligroso del mundo para la actividad sindical”[3]

Esta violencia contra el sindicalismo en Colombia, está atravesada de un extremo a otro por el olvido y por la denegación de justica, donde la Escuela Nacional Sindical orienta sus investigaciones hacia la reivindicación de la memoria de las víctimas del sindicalismo colombiano que lucharon por un movimiento que se resiste a desaparecer, donde la violencia siempre ha estado presente y donde justicia y derecho han estado en el olvido.



[1] www.udistrital.edu.co/sintraudSINDICATO.historia sindical en Colombia.
[2] CORREA MONTOYA, Guillermo.2515 o esa siniestra facilidad para olvidar. Cuaderno de derechos humanos Nº 19. Medellín: Escuela Nacional Sindical, 2007. Pág. 11.
[3] CORREA MONTOYA, Guillermo.2515 o esa siniestra facilidad para olvidar. Cuaderno de derechos humanos Nº 19. Medellín: Escuela Nacional Sindical, 2007. Pág. 17.

jueves, 3 de marzo de 2011

Actividad 4 - Reseña - 21 años de asesinatos de sindicalistas en Colombia

CORREA MONTOYA, Guillermo. "2515 o esa siniestra facilidad para olvidar". 21 años de asesinatos de sindicalistas en Colombia. Cuaderno de derechos humanos N° 19. Medellín: Escuela Nacional Sindical, 2007. 156 p.

Guillermo Correa Montoya es un trabajador social egresado de la Universidad de Antioquia, actualmente vinculado a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la misma institución y director de investigaciones de la Escuela Nacional Sindical, en el área de defensa de los derechos humanos y laborales.

El autor pretende mostrar con esta investigación, las injusticias cometidas por el Estado colombiano al no reconocer los derechos fundamentales de trabajadoras y trabajadores. Investigaciones que fueron realizadas en centrales obreras y sindicatos de empresas; además de relatos de personas que se han visto directamente involucradas.



Al ser un texto investigativo, nos muestra la crisis del sindicalismo colombiano y la real dimensión del problema, donde Estado y empresas buscan desconocer sus derechos recurriendo a un aniquilamiento selectivo de sus principales lideres. Este es un informe que recopila 21 años de la violación a los derechos humanos, laborales y sindicales de los trabajadores colombianos, consistente al periodo 1986-2006, que contiene entre otros la lista de los sindicalistas asesinados durante este periodo. Además de denunciar al Estado colombiano por guardar silencio frente a un proceso de violencia que bien puede nombrarse como un genocidio político que permanece en la más absoluta impunidad. Donde es sindicalismo es catalogado como connatural a la insurgencia y como un estorbo para el progreso económico de las empresas y del país.

La veracidad de las referencias es el resultado de un seguimiento meticuloso a los asesinatos de los sindicalistas ocurridos en el país, a partir de la comunicación con organizaciones sindicales, seguimiento a la prensa nacional y comunicados e informaciones de otros bancos de datos de derechos humanos.



El texto en el desarrollo del tema, esta orientado hacia la reivindicación de la memoria de las victimas del sindicalismo colombiano, que lucharon por un movimiento que se resiste a desaparecer y donde justicia y derecho ha estado siempre en el olvido. Me parece que con la lectura realizada, nos podemos dar cuenta que la historia del sindicalismo en Colombia, es también la historia de una violencia selectiva que se teje de dolor, resistencia y balas. Donde empresarios y Estado aprendieron a diseñar estrategias para aniquilarlos. Esto convierte a Colombia en el país mas peligroso del mundo para la actividad sindical, durante este periodo (1986-2006) el promedio de asesinatos de sindicalistas oscilo entre el 57% y el 88%. Más de la mitad de asesinatos contra sindicalistas en el mundo ocurrió aquí estos datos ubican al país en un deshonroso primer lugar en violaciones permanentes a los derechos humanos del trabajador colombiano.

sábado, 26 de febrero de 2011

Actividad 3 - Resumen - Violencia antisindical en Colombia: evoluciones y paradojas

La Escuela Nacional Sindical en sus investigaciones, nos muestra como resultado la problemática de la violencia antisindical que se vive en Colombia. Para ello nos relaciona cifras y datos estadísticos que permiten identificar la magnitud de la crisis que ha sufrido el sindicalismo en los últimos 30 años, donde las agresiones y las violaciones permanentes provienes de sectores armados empresariales y del Estado. Donde la idea no solo es garantizar y defender los derechos humanos, sino también mostrar que esta violencia, es una agresión permanente y selectiva contra el movimiento sindical colombiano y no una violencia difusa e indiscriminada como lo aduce el gobierno.



Preguntas profundas:
  1. ¿Cuál es el objetivo del texto? Identifica la intención del autor del texto.
    El objetivo es mostrar la manera como las empresas y el gobierno, desconocen los derechos fundamentales del sindicalismo colombiano.
  2. ¿Cuál es la tesis principal del texto? Escribe la afirmación central del texto.
    La violencia permanente y selectiva que se ve reflejada en los asesinatos de lideres sindicales.
  3. ¿Cómo argumenta el texto a favor de la tesis? Selecciona las ideas principales que apoyan la tesis o argumento central.
    El autor recurre a cifras y datos estadísticos de investigaciones realizadas por la Escuela Nacional Sindical durante los últimos años, que nos muestran la magnitud de la crisis sindical, donde no solo se dan amenazas; también se presentan allanamientos, atentados, desplazamientos forzados, secuestros y los más grave los asesinatos de sus principales lideres.
  4. ¿Qué ideas no entendió en el texto o qué vacíos encuentra en la argumentación? Haga una lista jerárquica de las ideas o de eventos mencionados. ¿Cuáles de esas ideas o eventos conoce y cuáles no conoce? ¿Qué otros textos o eventos piensa que tendría que leer o investigar para poder entender completamente la tesis y los argumentos? El texto es muy claro y explicativo e invita a seguir profundizando en la gran problemática que padece el sindicalismo en Colombia y el porque se da una violencia permanente y selectiva que ha sido la constante desde sus inicios.
    Eventos e ideas relevantes mencionadas en el artículo:
    Un hecho importante y que desconocía, es el deshonroso primer lugar que ocupa Colombia en el mundo. La violencia sindical en los últimos años ha producido más de 3000 muertos, lo que significa que entre 57% y el 88% de las muertes de sindicalistas se producen en Colombia.
    Durante los últimos 21 años, aproximadamente cada tres días ha sido asesinado un trabajador o trabajadora, lo que hace que el sindicalismo en Colombia sea considerado como una “profesión de peligro”. Y el gobierno ante tal situación se compromete a que esta violencia y criminalidad quede en el pasado, sus responsables sean judicializados, que las victimas sean reparadas y el movimiento sindical sea reconocido y honrado por la sociedad colombiana.
  5. Evalúe el texto. ¿La tesis contribuye al objetivo? ¿La tesis está bien argumentada? ¿Qué le aportó el texto a la luz de sus conocimientos previos y qué nueva información o ideas le permitió comprender?
    El objetivo del texto esta bien desarrollado en el artículo, recurre a datos y estadísticas para mostrar lo complejo del caso y durante estos años en que se realiza la investigación nos muestra el poco interés por parte del gobierno de realizar un control efectivo que permita frenar esta ola de violencia generada por los diferentes actores armados: guerrilla, paramilitares y gobierno.

jueves, 20 de enero de 2011

Mapa Mental: Violación de los Derechos Humanos en Colombia

La violación de los derechos humanos en Colombia ha sido una constante en los últimos cuarenta años, Estado y guerrilla han generado un conflicto armado que presenta grandes perjuicios para la población civil. Población que ha estado sometida a una violencia que se incremento a partir de la decada de los 90, donde más de 300.000 personas han sido asesinadas y millones se han visto obligados a desplazarse abandonando sus hogares y cultivos, para no sufrir en carne propia los asesinatos y masacres por parte de los actores armados. Todo esto patrocinado por un Estado que ha ejercido una política de impunidad que compromete a todos sus organos de control y a una elite privilegiada que pretende mantener un dominio político y social sobre una población y un territorio determinado.
Por eso vemos un Estado inoperante, que persigue y desaparece a defensores de derechos humanos, ataca ONG y desconoce normas y leyes que han sido creadas para defender a las personas de la opresión y el abuso que otros cometen en su contra.
Por su parte, la guerrilla ha desconocido el principio de distinción y de proporcionalidad, poniendo así en peligro a la población. Personas civiles han muerto en el fuego cruzado y en el uso frecuente de minas antipersonas, además de la destrucción de viviendas luego de incursiones guerrilleras de carácter indiscriminado.